La diferencia es que los cultivos transgénicos, además de todos los genes correspondientes a la especie, tienen uno o más genes que provienen de otro organismo y que han sido incorporados al cultivo mediante técnicas de ingeniería genética. Estos nuevos genes le otorgan características particulares que no están disponibles en el cultivo convencional, como por ejemplo, resistencia al ataque de insectos, mejoras en la calidad o tolerancia a situaciones climáticas adversas, como la sequía.
Si lo que te preocupa es si existen diferencias respecto del impacto de un cultivo transgénico en tu salud o tu alimentación con respecto a uno convencional, podés estar tranquilo: los cultivos obtenidos por transgénesis que están disponibles en el mercado son, como mínimo, nutricionalmente iguales y tan seguros como sus contrapartes convencionales. Adicionalmente, en algunos casos, como el del maíz transgénico resistente a insectos, la calidad del grano es mejor (hay menos daño en la mazorca) y tiene un nivel de micotoxinas inferior al maíz convencional (porque los hongos productores de micotoxinas proliferan en las galerías que suelen dejar las larvas de insectos).
Si lo que te preocupa es el impacto de los transgénicos en el ambiente, también podés quedarte tranquilo. Los cultivos obtenidos por transgénesis que están disponibles en el mercado son tan seguros para el ambiente como sus contrapartes convencionales. Aún más, gracias a los transgénicos, se disminuye el uso de insecticidas, se reemplazan herbicidas por otros de menor toxicidad y su uso, bajo prácticas conservacionistas como la siembra directa, resulta en una menor erosión del suelo, un uso más eficiente del agua, una reducción en el uso de combustibles y menos emisiones de gases invernadero.